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Entrevista realizada por Rocío Gómez

Francisco Márquez Maraver
Jefe de la Unidad  de Ginecología Oncológica del Hospital Virgen Macarena
“En el Macarena el tratamiento del cáncer ginecológico tiene los estándares que se pueden considerar máximos en el mundo”

El pileño Francisco Márquez es uno de los ginecólogos más reputados de nuestro país, un profesional de la salud de la mujer con una trayectoria brillante, constante y atrevida. Su último “atrevimiento” lo ha llevado a los titulares de la prensa andaluza, como responsable del equipo médico que ha realizado por primera vez en nuestra comunidad autónoma una cirugía para tratar el cáncer de útero conservando la fertilidad de la paciente. Detrás de esta novedosa intervención, y de tantas otras, está el afán de superación de Francisco, el amor a su profesión y el grandísimo respecto que siente hacia sus pacientes, “especialmente cuando se trata de una mujer”.

 También hay muchas horas de estudio, de ensayo e investigación, en busca de la “máxima excelencia en el tratamiento médico y quirúrgico”, una premisa que ha posicionado al Virgen Macarena, del que este “servidor” de lo público es jefe de Ginecología Oncológica desde mediados de los noventa, entre los hospitales con máximos estándares en el mundo en el tratamiento y curación de enfermedades oncológicas ginecológicas. 
Recientemente ha realizado la primera cirugía en Andalucía para tratar un cáncer de útero por vía vaginal conservando la fertilidad de la paciente, ¿por qué ha sido un hito en nuestra comunidad esta intervención?
Porque es la primera vez que se hace en nuestra región. Es un invento del francés Daniel D’Argent  y se realiza en algún centro en Mallorca y en Madrid pero en Andalucía es la primera vez. Consiste en extirpar solamente la parte del cuello del útero ante una enfermedad maligna, cuando el tratamiento clásico consiste en la extirpación de todo el aparato genital femenino, compuesto por el útero o matriz y los ovarios. El cuarenta por ciento de los cánceres de cérvix o de cuello de útero se diagnostica en mujeres muy jóvenes, menores de 40 años con deseo de fertilidad, y cuando se coge la enfermedad en estadios tempranos, con un tamaño menor de dos centímetros y otra serie de características, se puede ofertar a la mujer, gracias a esta intervención, la conservación del cuerpo uterino. De esa manera damos la opción a la paciente de que en el futuro pueda tener un niño.
¿Por qué no se había hecho antes?
Cuando se hace un avance en cirugía viene precedido de investigaciones y de atrevimientos...La tendencia de la cirugía es a ser cada vez menos invasiva, menos lesiva para el paciente. Se puede hacer un paralelismo con el cáncer de mama, hasta hace quince o veinte años cuando se diagnosticaba se extirpaba la mama entera, era una intervención tremendamente mutilante. Pero a medida que fue progresando el análisis de todas las piezas, se fueron atreviendo los cirujanos a conservar más, hasta llegar al punto de quitar solamente el tumor con un borde de seguridad. Y eso es lo que se llama la cirugía conservadora del cáncer de mama, que se hace actualmente en 3 de cada 4 casos. Con esto pasa lo mismo, nosotros vamos un poco a la zaga de esa idea inicial porque determinados tipos de tumores permiten este tipo de cirugía conservadora al estar la enfermedad localizada, siempre con la premisa de que hay que mantener los estándares conseguidos con la intervención anterior. Si con la nueva se consigue peor supervivencia,  inmediatamente deja de hacerse. Pero en este caso, gracias a los pioneros, como este hombre, ya hay casuística suficiente en el mundo para que también nosotros podamos ser pioneros  a nivel regional.
¿Y cómo se aprenden estas nuevas técnicas, cuándo sabes que estás preparado para hacerlo?
Ha y que tener en cuenta que para practicar una traquelectomía, que es como se llama esta técnica, tienes que estar mínimamente seguro de que la enfermedad no se ha extendido fuera del cuello. Además, el cirujano tiene que ser experto en el tratamiento del cáncer en general y tener un conocimiento anatómico importante de la región que está tratando, en este caso de los órganos genitales. Por otra parte, los ganglios se pueden extirpar bien por vía laparotómica, es decir, abriendo el vientre de la mujer, o por vía laparoscópica. En este caso lo hicimos por el segundo método, que tiene una curva de aprendizaje larga y requiere experiencia, sobre todo cuando uno se dedica a la ginecología oncológica. Ese proceso lo he aprendido a base de viajes y de congresos, cursos, y de experiencia propia, ensayando mucho con animales. He tenido la suerte de contar con muy buenos maestros desde que comenzó mi formación en el Hospital Maternal de Sevilla y posteriormente mi propio afán por aprender. También he tenido buenas oportunidades dentro de mi hospital, donde me encargaron la ginecología oncológica en los años  96-97, y desde entonces estoy específicamente dedicado a esta especialidad.
Contrariamente a lo que muchos puedan pensar, un profesional de tal larga y exitosa trayectoria como la tuya, sigue y sigue preparándose y estudiando mucho para dar lo máximo.
Una vez escuché a un cirujano catalán al que admiro mucho decir que los cirujanos tenemos un ego enorme, el que lo tenga, desde luego.  Yo procuro reciclarme para no tenerlo o para tenerlo dominado, y este hombre decía que el ego se tenía con H, del “high” inglés (un alto ego). ¿Eso como lo interpreto yo? Es verdad que hay médicos que se dan mucha importancia pero yo tengo la concepción del médico como un servidor, una persona a la que la sociedad le encarga una responsabilidad tremendamente importante, que a veces abruma y que te lleva a estar al día de los avances. Eso lleva a veces a atomizar el saber, a dedicarse uno a una rama de la medicina porque es imposible hacerlo a todo, pero por responsabilidad y por respeto al ser humano que uno trata, y mucho más cuando es una mujer, que es el pilar más importante de la familia. Por eso para mí el cuidado de la mujer tiene una doble importancia. Todos estos motivos me impulsan a seguir aprendiendo y mientras tenga capacidad, lo seguiré haciendo, aunque cuesta tiempo, que le quitas a tu familia (en ese sentido tengo que darle las gracias a mi mujer que me soporta las ausencias que tengo), y económicamente es un desastre porque la formación vale dinero. Seguramente continúo formándome y aprendiendo porque me gusta mucho lo que hago y recibo muchas satisfacciones de mis pacientes.
Estas últimas semanas has organizado y coordinado además unas jornadas sobre ginecología oncológica, ¿cómo han ido, qué balance puedes hacernos de estas jornadas?
Se ha hecho un repaso de los avances que ha habido en los últimos años en ginecología oncológica y ha supuesto una magnífica puesta al día para los profesionales, los ginecólogos. Han estado bastante interesantes, con unas ponencias muy al día, y una revisión grande. Yo todo esto lo hago porque creo que las pacientes que trato tienen derecho a recibir la máxima excelencia en el tratamiento médico y quirúrgico, que no haya variabilidad clínica en relación al tratamiento  que se haga en cualquier otro sitio del mundo, por muy puntero que sea. En ese sentido, mi tendencia siempre ha sido ofrecer lo máximo, siempre que las circunstancias y los recursos me lo permitan.
¿Y se puede decir que has llegado a conseguirlo?, ¿se hace en Sevilla lo mismo que en el hospital más puntero del mundo?
En la unidad de ginecología oncológica del hospital Virgen Macarena de la que soy jefe de sección puedo decir en voz alta que la cirugía, el tratamiento del cáncer ginecológico, tiene los estándares que se pueden considerar máximos en el mundo. Cualquier cirugía que sea necesaria hacer en cualquier paciente, basada en ciencia y en conciencia, se hace.  Esa es mi responsabilidad y es la que intento llevar a cabo cada día.
¿Cómo ha sido la evolución del cáncer ginecológico en los últimos años?
Hay una buena noticia, el cáncer ginecológico en los últimos años, igual que todos los cánceres, ha mejorado mucho la supervivencia.  A mediados de los 90, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica, parecía que había disminuido la supervivencia, pero desde entonces no deja de ascender y ahora mismo se consiguen supervivencias del sesenta por ciento, dependiendo del tipo de cáncer. Dentro del cáncer ginecológico hay dos tipos, el que da síntomas muy prontos y si la mujer es consciente, moderna, se hace revisiones y acude a los primeros síntomas, normalmente se coge pronto, y otro más problemático, el cáncer de ovarios, que da muy pocos síntomas y cuando da la cara suele estar ya en estadios avanzados y son más difíciles de curar.
¿También está afectando la crisis a la salud ginecológica?
Está afectando en el sentido de que la clásica revisión ginecológica se está postergando porque la paciente no tiene una accesibilidad buena dentro de la seguridad social. Tiene que pasar antes por el médico de cabecera que es el que tiene que considerar necesaria esa revisión. Lo que se está haciendo dentro de la seguridad social, desde mi punto de vista, no está del todo bien porque se está difundiendo la idea de que hacerse una citología es hacerse una revisión ginecológica, y eso no es así. La citología la hace un ATS, una matrona, con todo mi respeto para esos profesionales, pero eso no es una revisión ginecológica en toda regla. La revisión ginecológica es algo más, y al no tenerse esa accesibilidad, se tiene que acudir a la medicina privada, que es cara. Dado la coyuntura económica que estamos teniendo, muchísimas pacientes se están dejando ir en ese aspecto. Preveo que va a ser peligroso, todos mis compañeros lo estamos viendo venir, quizás no sea tanto lo que está pasando ahora como lo que va a venir más adelante. Y además está el problema de las bolsas de población que van a quedar desasistidas con la reforma que se está disponiendo ahora. Hay personas que no van a tener derecho a asistencia y eso va a crear un problema importante. Me da un poco de miedo  que grandes poblaciones comiencen a padecer patologías prevenibles, por eso el decreto me parece un paso atrás.
Si combinamos los conceptos ginecología y drogradicción, ¿qué te sugieren?
La mujer drogadicta es una mujer que se abandona a sí misma, por eso es frecuente que mantenga relaciones sexuales sin protección adecuada y es más habitual en esta población el embarazo de las adolescentes y las enfermedades de transmisión sexual, como el papiloma. Por otro lado, hay que decir que un factor de riesgo importante se encuentra en las pacientes con sida y  también está el problema de la cocaína y de las embarazadas cocainómanas o el  alcoholismo.
Ya para concluir la entrevista, ¿cuál es tu próximo reto?
 El reto sería que me consideraran, que le dieran la importancia real que tiene a lo que estamos haciendo. Los médicos nos sentimos en estos momentos muy ninguneados.  Los profesionales reclamamos respeto hacia lo que hacemos.  Nos sentimos muy vigilados, muy presionados por demandas judiciales, concretamente los ginecológos y los anestesistas, junto con los cirujanos plásticos, somos los que tenemos los seguros de responsabilidad civil más elevados. Si te denuncian lo pasa fatal. A veces la gente reclama por si coge algo. Los médicos tenemos la sensación constante de que nos tratan como delincuentes, con voces en la consulta, gente que te recuerda que te está pagando y otras barbaridades. Hay mucha falta de educación en la sociedad en general que lleva a esa falta de consideración por los profesionales.   

 
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